lunes, 14 de septiembre de 2009

Triumph Scrambler: "Modern Classic" ...

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Pocas motos hay tan bellas en el mercado como la Scrambler de Triumph. Admirarla es remontarnos automáticamente a los años 60', aunque el concepto ha sido debidamente actualizado y en su edición de 2009, la Scrambler deja claro que las cosas bien hechas nunca pasan de moda.

Animada por un motor de dos cilindros en paralelo refrigerado por aire (con un pequeño radiador de aceite), cubica 865 cc y rinde unos bien aprovechados 56 cv de potencia. Gracias a la incorporación de un moderno sistema de inyección electrónica, el funcionamiento de la venerable mecánica es más suave y agradable que nunca. No es un prodigio de potencia, de acuerdo, pero la Scrambler no es una moto para ir al límite. La Scrambler es una moto para disfrutar de la carretera, no para volar sobre ella, una moto polivalente que lo mismo te llevará de paseo por carreteras de montaña, por pistas en tus salidas al campo o al trabajo todos los días sorteando el tráfico (no en vano "Scrambler" es el término con que antiguamente se denominaba a las motos "buenas para todo") y para ese uso, su potencia es más que suficiente.

En marcha, la Scrambler se caracteriza por su magnífica postura de pilotaje. Es una moto larga (2'2 metros) pero bastante baja, lo que unido a su cómodo y amplio asiento y la generosa altura y anchura del manillar, hacen que pilotarla sea muy sencillo y cómodo. Es fácil meterla en las curvas donde sorprenderá a más de uno por su precisión. Las suspensiones aunque con gran recorrido (no hay que olvidar la vocación campera de la Scrambler), tienen un tarado más bien duro, adaptado a su andar por carretera y cumplirán con brillantez su cometido. El sistema se compone de una horquilla convencional de 41 mm delante y doble amortiguador con precarga ajustable en la parte posterior.


Mención especial merecen los frenos, sorprendentemente buenos para una moto de configuración clásica como es esta Triumph. El esquema es sencillo: un sólo disco delante de 310 mm con pinza de dos pistones y un disco de 255 mm detrás, con igual número de pistones para la pinza. El buen hacer de los frenos se traslada también a la transmisión, que resulta muy suave y precisa, manteniendo esa sencillez mecánica que prescinde de alardes tecnológicos.

Triumph ha mantenido el espíritu sencillo y funcional de la Scrambler en su instrumentación, perfectamente legible y que no incluye más que el velocímetro y unos testigos luminosos para las luces, la reserva, el punto muerto y el aceite.

Es cierto que no es una moto perfecta: al motor le falta un último estirón para resultar redondo, sus altos escapes desprenden mucho calor, el bloqueo de la columna de dirección es algo incomodo requiriendo de otra llave para accionarlo, sus neumáticos mixtos no son un prodigio de eficiencia ... pero también es cierto que todas sus carencias, se olvidan con tan sólo poner los ojos sobre ella. Por algo menos de diez mil euros Triumph no vende sólo una moto, sino una autentica leyenda. Una máquina ultrafiable, bella, bien hecha y sobre todo, distinta a todas las demás.

varetta (administrador)



1 comentarios:

Anónimo dijo...
14 de septiembre de 2009, 13:01  

Preciosa moto.No me importaría hacer una locura,pero tiene q ser una batidora, seguro q despues de un
rato las vibraciones te machacan.

Jose. La Palma